¿Quién se arriesgaría a decir que viajar en el bondi es una experiencia sociológica de lo más interesante? Pues, yo no lo dudo.
Al chofer, ¿se lo saluda o no se lo saluda? Ustedes se imaginan lo que es todo el tiempo "1.20, 1.10, 1.20, 1.25, timbreeeee!!!" y gracias si se cuela un "por favor". Luego, la incansable lucha con la máquina expendedora para que acepte el vil metal, ¿y el SUBE? "No me funciona la maquinita todavía, la tienen que habilitar", ufff. Finalmente, a buscar el caño libre desde donde sujetarse y sobrevienen los empujones por un espacio. Y si se libera un asiento, carrera!
Pero, lo más, lo más atractivo: cómo las conversaciones privadas entre quienes viajan juntos, pasan a ser escuchadas por todos los pasajeros que, como no hay nada mejor que hacer que esperar a llegar a destino, aprueban o desaprueban en sus cabezas. Y más ahora con los celulares: pues quienes viajan hablando por ese pequeño artefacto gritan para ser oídos, lo que no reparan que sus vecinos viajeros también oyen.
No obstante, en lo que menos reparan todos estos pasajeros es que hay algo así como espía, un reportero, entre ellos que sube estas deliciosas anécdotas de bondi en su blog y nos hace reir a carcajadas:
http://loquevienelbondi.blogspot.com/